Quizás nunca te hayas planteado la separación entre el orgasmo y la eyaculación. En parte, es normal. En la sociedad se entiende como un todo pero en realidad son dos cosas diferentes.
Nos remontamos a algunas investigaciones que realizó el biólogo y sexólogo Alfred C. Kinsey en los años 40 en su obra El comportamiento sexual masculino. A través de varias entrevistas, concluyó que “los hombres que llegan al orgasmo sin eyacular tienen el potencial de alcanzar clímax ininterrumpidos”, y que más de la mitad de los preadolescentes podían tener su segundo orgasmo después del primero e incluso un tercio podían tener hasta cinco, uno detrás de otro.
William H. Masters y Virginia E. Johnson también recogieron en su investigación Human Sexual Response publicada en 1966, algunos casos de hombres multiorgásmicos. En estos estudios se diferenciaba de nuevo el orgasmo de la eyaculación.
Ahora bien, ¿qué es cada cosa? El orgasmo es una experiencia cumbre a nivel físico, mental y emocional. Una liberación de la tensión sexual y una serie de sensaciones placenteras gracias a las contracciones musculares repentinas y rítmicas. Pero la eyaculación es un reflejo que ocurre en la base de la columna y da como resultado la expulsión del semen.
La ciencia sigue analizando el fenómeno de la multiorgasmia y la retroeyaculación. Pero lo más curioso es que filosofías como el tantra o el tao, que datan del siglo III a.C y IV a.C, ya recogían estas prácticas básicas para conservar la energía en el interior del cuerpo. Eso sí, para conseguirlo es necesario un entrenamiento específico, voluntad y paciencia.